Pitos al himno. ¿Libertad de
expresión, falta de respeto o provocación?
Este sábado se disputa la final
de la Copa de Su Majestad el Rey, más conocida como Copa de España. Los dos
equipos que la juegan son el Sevilla FC y el FC Barcelona. Los últimos años la
final más repetida ha sido la que ha enfrentado al Barcelona con el Athletic
Club de Bilbao.
Como dice el nombre de la
competición, es una copa española, con lo cual, en la final se reproduce la
Marcha Real, canción adoptada en 1770 como el himno español y compuesta por
Bartolomé Pérez Casas y Francisco Grau Vergara. Como bien se sabe, unos de los
valores, o los “valors”, del conjunto catalán consiste, o lo parece, en
manifestarse políticamente. En anteriores finales el Athletic Club también ha
hablado y defendido el tema que vamos a tratar hoy, los pitos al himno.
Los silbidos, o “pitos”, llamados
así de forma coloquial, se están volviendo comunes en los partidos que disputan
clubes con un aire independentista. Antes de comenzar el partido se reproduce
el himno que representa a los españoles y lo que hace años era un estadio
repleto de banderas españolas, ahora es un estadio que abuchea y menosprecia
nuestro himno.
Ante estas situaciones,
extraordinarias en el mundo y por eso sólo vistas en nuestro país, se ha
amenazado con una expulsión de los distintos clubes de esta competición. Cuando
la gente esperaba una respuesta pacífica de sus presidentes, Josep María
Bartomeu, máximo mandatario del club catalán, ha apoyado los pitos al himno,
comparándose con un altavoz al que quieren que se le escuche.
Ahora me voy a centrar más en la
pregunta inicial. ¿Libertad de expresión, falta de respeto o provocación?
Para mí los pitos al himno, ya
sea dentro o fuera del deporte, son una falta de respeto.
Queramos o no el mundo está
dividido territorialmente, si naces en Francia eres francés, si naces en Italia
eres italiano y si naces en España eres español.
Y aquí, en España, tenemos una
monarquía y hay que respetarla como españoles que somos. Y aunque no lo
fuéramos, hay una cosa que se llama “respeto”. Entiendo que cada uno tengamos
unos ideales y los defendamos, pero eso no significa que tengamos que
menospreciar los de otros, que tengamos que insultar, que desconsiderar, de la
manera que se hace, un himno que representa no sólo a un país sino a muchísimas
personas. Los demás no van a Cataluña a pitar su himno.
Mucha gente habla de provocación.
No creo que esa sea la intención de la mayoría, pero ir a silbar el himno
español a Madrid, en un estadio repleto de sevillanos, repercusión asegurada.
En cuanto a que haya gente que lo
considere libertad de expresión, me parece fatal. Estoy muy a favor de
expresarnos, de decir lo que pensamos, siempre y cuando no se ofenda a los
demás. Y silbando un himno que representa a tanta gente, que para tantos
españoles es su canción, es una ofensa. Porque silbar a la “cabeza” del Estado,
como es su Majestad el Rey, o quemar banderas o fotos de un país, sea cual sea,
no es libertad de expresión.
Los políticos llevan años
prometiendo consecuencias, amenazando, pero si todos los políticos hicieran lo
que prometen…
La verdad es que la pitada no ha
sido tal y como se pensaba, los sevillanos han cantado el himno mientras que
algunos catalanes lo han silbado.
División de opiniones dentro de
los aficionados del conjunto blaugrana.
“Bonito
tema”, muy sencillo, ¿verdad?...
En esta ocasión, nos hemos
saltado los plazos marcados (cada tres semanas) para afrontar una reflexión un
tanto compleja: los silbidos que realizan un colectivo determinado de personas
al himno nacional de España en un evento deportivo. Esto ha surgido de una
conversación rápida, espontánea y que ha generado interés en ambos, por lo que
nos hemos lanzado a por ello (sabiendo que nuestras posturas pueden generar
debate o desacuerdos). Tan solo buscamos dar voz a nuestros pensamientos y
siempre, desde el máximo respeto hacia todas las partes implicadas.
Para aquellos que no seguís el
mundo del fútbol, os lo contextualizo: el pasado sábado 21 de abril se ha disputado
la final de la Copa del Rey entre el F C. Barcelona y el Sevilla F. C, es
decir, el partido que decide el ganador de una de las competiciones más
tradicionales que existen en nuestro país. Según el protocolo institucional marcado
por la RFEF (Real Federación Española de Fútbol), antes de comenzar el partido,
suena el himno nacional (no voy a detallarlo todo que Alejandro lo ha explicado
previamente) y una vez finaliza, comienza el evento.
En los últimos años, este momento
ha generado mucho debate y polémica porque sectores nacionalistas de
determinadas zonas del territorio nacional, a la par que seguidores de fútbol,
silban estruendosamente toda la duración de la melodía. Además, es evidente que,
en los últimos años, esta dinámica se ha ido acrecentando con las pasadas
ediciones (los medios de información de unos y otros tampoco han sido de mucha
ayuda). Y este es nuestro tema de hoy… ¿es justo, adecuado, … que suceda esto?
Tan solo voy a partir de un
argumento: mezclar deporte y política nunca ha sido una combinación adecuada, o
al menos, desde mi punto de vista. Y este es el principal problema que se está generando
en este suceso. Entiendo el fútbol como un deporte, un momento de diversión con
una hinchada afín, un espacio de ocio y de disfrute, un escenario de pasión y
de superación, de fidelidad a unos colores, equipos o personas, … y
actualmente, esto no está siendo así, o al menos, no lo percibo.
Creo que determinados grupos de
personas están utilizando un contexto deportivo para “opinar” y mostrar su desacuerdo
con una situación política que no tiene nada que ver con ese evento. Y eso no
lo considero acertado. No es el momento
ni el lugar. En el fútbol (o en el deporte) … NO.
En otro contexto y fuera de un
campo, pues creo será necesario detenerse y avanzar. Deberíamos escuchar más a
este amplio colectivo, reparar posibles “heridas” que se han ido acrecentando,
alcanzar acuerdos que permitan avanzar y satisfacer a ambas partes, construir
puentes de diálogo y de confianza, … pero no es el tema (nos da para otro
artículo, Alejandro). Tan solo critico que el deporte no es el lugar adecuado.
Personalmente, intento
visualizarme en una situación así y analizar cuál sería mi reacción… y lo veo
claro, no imitaría esa actitud. Intentaría centrarme y comprender el sitio y
contexto en el que me encuentro, respetaría a ambas aficiones, animaría a los
míos por todo lo alto e intentaría disfrutar de una pasión como es para mí el
deporte del balón. Y eso es lo que se nos está olvidando.
Sueño con un deporte que recupere
la esencia y se descontamine de tanto efecto colateral que se aprovecha de ello.
¿Lo intentamos?