viernes, 17 de marzo de 2017

MI CLASE IDEAL

Hoy Alejandro nos sorprende con un artículo que habla sobre su clase ideal. Vamos a ver que nos cuenta:

Mi clase ideal. Lo sé, en cuanto he dicho esto, se os ha formado una sonrisa en la cara. Habéis puesto ojos de soñadores; en los de algunos puedo ver reflejados miles de juguetes, otros habréis pensado en libros volando de aquí para allá… una clase lectora, los más malotes os lo habréis tomado como un chiste... mi escuela ideal, ¡cerrada! Pues a mí ninguna de las tres, preparaos porque aquí viene mi clase soñada.

Desde luego, si pudiera escoger, me gustaría ir a un colegio como el de Harry Potter, mágico. ¿Quién no lo ha deseado alguna vez? Pero voy a dar un modelo más realista, algo que se asemeje más a lo que nos toca enfrentarnos normalmente.

Aunque no sea decorador (creedme, se me da fatal), me parece muy importante decorar una clase.  Yo he entrado en clases con las paredes desnudas, que me  hacían sentir vacío, como si faltara algo en el entorno. Seguro que hay gente a la que le gusta trabajar entre cuatro paredes blancas, sin nada que les distraiga. Pero yo no entro dentro de ese grupo de gente, a mí me gustan las clases con colores, que te hacen sonreír al entrar en ellas, que tienen carteles colgados por la paredes, ya sean frases famosas, fotos, proyectos… o cualquier otra cosa que provoque en ti una reacción.

En segundo lugar voy a hablar de la distribución. En mi clase las mesas estarían colocadas en un semicírculo que se va cerrando, como una orquesta. Pero para saber si quiero las mesas juntas o separadas necesito preguntarme otra cuestión: trabajar en  grupos, parejas o individual, ya que en función de cómo esté distribuida la clase, se trabajará de una forma u otra. Yo tengo que reconocer que no era muy fan de trabajar en pareja, prefería hacer yo todo el trabajo. Pero el año pasado, Manu, acertó poniéndome con un niño que me haría cambiar mi punto de vista. Ahora, yo desde luego si tuviera que elegir, trabajaría en parejas, porque me gusta más, te pueden aportar puntos de vista diferentes y seamos realistas, a todos se nos escapa alguna cosa en clase de vez en cuando y ahí está tu pareja para recordártelo. Además te dan la opción de ponerte en grupos o individual fácilmente. Lo de estar en parejas o en  grupos tiene también un punto en contra para los profesores: podemos hablar. Y creedme, hablamos mucho. Profesores mandando callar toda la hora es alguno de los resultados de trabajar en pareja o en grupo, pero bueno, ninguna opción es perfecta.  A mi  clase ideal le voy a añadir pequeños detalles, como un par de pizarras grandes, una normal y una digital, para que las explicaciones queden más claras. No sé porque una de cada… me parece lo ideal. Y... un reloj, para que no tengamos que preguntar la hora cada quince segundos ansiosos por salir al recreo.

Por otro lado hay que decidir los medios con los que quiero estudiar. Dependiendo de a que colegio vayas, se pueden observar distintos materiales: libros en papel, tablets, ordenadores, cuadernos en blanco para escribir... ¿Con cuál me quedo? Las tablets. Si no le diera más vueltas, este método sería el elegido para participar en mi clase ideal. Pero antes de tirarme de cabeza a la piscina de los medios electrónicos voy a tratar de aclarar un poco mis ideas. Este año, en mi colegio español, los viernes llevamos las tablets a clase. Tenemos la mayoría de nuestros libros en ellas, así que las utilizamos para cada asignatura. Además de tenerlo todo junto nos permite, si tenemos alguna duda, poderla buscar en internet rápidamente. En definitiva, nos hace la vida más sencilla. Luego los libros tienen su parte “especial” de poder tomar tus apuntes y hacer tus dibujos en los márgenes de cada página. Tus subrayados de colores y una lectura más fácil son algunos de los puntos a favor.  Los ordenadores son una idea que tampoco descarto, también te dan bastantes posibilidades. Así que lo que elegiré será un método en el que se vaya alternando un poquito todo, eso siempre es bueno. Hablando de medios, me gustaría que cada clase estuviera especializada en la materia que se imparte en ella. Eso nos llevaría a profesores fijos y alumnos que se mueven. Por ejemplo, la de música con sus instrumentos o la de arte con sus mesas altas, lienzos, pinturas…

Mmmm… Aquí falta algo. Pues claro, ¡el profesor! Esa palabra que tanto tememos oír, normalmente acompañada de un: ¡qué viene! Es una de las partes de la clase que más ha cambiado a lo largo de los años. De los profesores con regla en mano y las profesoras que sólo les faltaba la escoba para ser brujas, hasta los “encantadores” profesores que tenemos ahora, aunque algunas brujas sigue habiendo y profesores encantadores ha habido siempre. Y yo para mi clase ideal, quiero un profesor “bueno”. Eso no significa que sea blando con nosotros y nos permita hacer lo que nos venga en gana. El profesor debería  hacer que le respeten como profesor que es. Esto no le quita papeletas para ser cercano al alumnado, ser amable y comprensivo, una persona dispuesta a ayudar en todo momento. Porque esas son las cualidades que más valoro en un profesor. Su disposición y su cercanía.

En cuanto al modo de enseñar de un profesor, yo me quedaría con uno interactivo. Con muchas dinámicas distintas para ayudarnos a comprenderlo todo mejor. Me gustaría meter juegos de vez en cuando. Luego, que el profesor navegara por los mares informáticos para encontrar tesoros increíbles con los que asombrarnos cada día.

He dicho que quería distintas dinámicas. Dos de ellas serían las que tuve el año pasado: los rincones y la asamblea. Empecemos con los rincones; si no sabéis lo que son los rincones aquí os dejo información:  http://reflexionesdeunaclasedeprimaria.blogspot.co.uk/2015/11/los-rincones-de-clase-hoy-ha-tocado-el.html . Me parecen muy importantes para expresarnos, genial Manu. En segundo lugar, en la asamblea, proponíamos temas y luego los hablábamos en clase. Un poco de filosofía juntada con la vida diaria. Era mi momento favorito de la semana, era una hora en la que me sentía libre y disfrutaba, genial Manu otra vez.

En cuanto a los deberes, me gustaría que no hubiera, y si tiene que haber, de esos que no son muy aburridos. A mí me parece que el momento de después de clase hay que dedicarse a cosas de fuera de la escuela, no acabar el colegio y más... colegio. Cosas como terminar proyectos o buscar información para los mismos, no me parece mal.

En cuanto a su forma de evaluar, me gustaría que prestaran atención a cosas como el esfuerzo más que a los exámenes.

Y esta sería mi clase ideal, por una vez estoy deseando ir.

Pfuffff otra vez este tipo me lo ha dejado difícil. Voy a ver si soy capaz de reflejar mi clase ideal en unas líneas:

A principios de cada curso tengo un sueño (laboralmente hablando): construir una clase perfecta. Por mi cabeza van pasando ideas que intento aplicar, espacios que voy integrando de las redes (la de maravillas que existen por las páginas docentes). Pero con el paso del tiempo y de los meses, de cubrir papeles, superar correcciones,..., se va difuminando y se convierte en algo más terrenal y rutinario.

Para mí una clase ideal, tendría las siguientes características:

-Un docente ilusionado, convencido de su responsabilidad y con ganas de hacer y construir. Está claro que los chicos deben estar en un aula pero el profesor es la clave en cualquier proceso. Y en muchas ocasiones, este primer pilar se tambalea. Es más, lo ideal es que haya un par de profes, que se compenetren, se equilibren y puedan llegar a más espacios y necesidades. 

-Un aula grande con varios lugares diferentes dentro de la misma clase. Un primer lugar sería la zona de reunión, donde todos pudieran sentarse a un mismo nivel, sin distinciones, donde dialogaran, se juntaran para resolver, decidir, pensar, compartir,... No hace falta que sean sillas. Unos cojines podrían bastar y sería un lugar especial dentro de la clase. Podríamos empezar allí todos los días y hacer el saludo inicial y comentar la planificación del día.

-Otro lugar sería la zona de trabajo. Mesas que pudieran adaptarse a un trabajo individual, tareas parejas o por grupos, en función de la inquietud del alumno o de la propuesta docente. Pero que pudieran cambiarse con facilidad para romper con este espacio cada dos por tres y con la posible monotonía que se vaya creando. Las sillas deben ser cómodas y agradecidas para los chicos, que van a pasar un tiempo considerable como para que no sean nada apetecibles. Las mesas deberían ser grandes, con cajones para guardar nuestros utensilios (a modo de oficina, para entendernos) y que posibilite muchas opciones de trabajo. Y que tuviéramos la posibilidad de hacer nuestro ese espacio (decorarlo un poco).

-Las paredes tendrían que tener miles de lugares disponibles para expresarse, compartir, exponer,... (un poco lo que comentaba Alejandro más arriba). Si una clase no es el lugar de todos los que estamos ahí, no tiene mucho sentido (al menos, para mí). Podríamos colgar noticias, nuestros mejores trabajos (los que cada uno considere), mensajes de ánimo, sugerencias para ir mejorando,...

-Un baño. Puede parecer una tontería pero cualquier espacio de trabajo debe tenerlo y una clase, con más motivo. No debería ser una aventura ir o tener que recorrer varios pasillos para poder alcanzar esta meta. Creo que funcionaríamos mejor teniéndolo integrado en nuestra clase, y que esté al alcance de todos.

-Medios tecnológicos para los alumnos, ya sean ordenadores, tablets,... Una conexión potente para trabajar y crecer con las miles de posibilidades que nos ofrece Internet y la tecnología. Muchos enchufes, pizarra interactiva, webcam (la de ocasiones que perdemos al no usar videoconferencias), varias pizarras (de las transparentes, que parece que son más atractivas),...

-Sobre el funcionamiento, creo que cada alumno debería organizarse cómo trabajar a lo largo del día, sin imponer lo que vamos a hacer. Tendríamos una reunión inicial y a partir de esas primeras explicaciones, seleccionaríamos nuestra forma de trabajo y superaríamos una serie de tareas u objetivos para ese día. De esta forma, favoreceríamos alumnos más autónomos y partiríamos de las necesidades de cada uno.

-Ser un espacio  con la puerta abierta para que otros nos ayuden o formen en temas concretos. Cada día le doy más valor a las visitas y creo que desperdiciamos oportunidades de aprendizaje con la cantidad de recursos que tenemos al lado de un aula: padres que desempeñan una labor relacionada con el tema que vemos, profesionales que conocemos, amiguetes que podrían desempeñar una tarea informativa o formativa,... Gente con la mente abierta y que sirva para nutrir unos a otros.

-Tener un lugar de reciclaje y que promueva el cuidado por el medio ambiente. Que desde pequeños tengamos en cuenta que nuestras acciones repercuten fuera y que desde nuestro propio espacio debemos ir cuidando los pequeños detalles. También dedicaría un hueco a la salud y a los hábitos saludables, que nos sirva para ser conscientes de lo que comemos, lo que bebemos, como nos afecta, nuestras posturas ante una silla,...

-Dedicar un espacio de juegos que se use con frecuencia y que se integre en nuestro proceso de aprendizaje. ¡Cuántas asignaturas podrían retroalimentarse de estas actividades lúdicas! 

-Unos sillones para aquellas personas que opten por un rato de lectura, y una biblioteca atractiva. No solo con libros de la típica editorial por la que optó el centro hace treinta años. Son necesarios ejemplares que les llame la atención y que vayan a gustar a nuestros lectores.E incluso que haya periódicos (otro recurso que perdemos o usamos poco).

Creo que se me ha ido un poco-bastante la pinza visualizando una parte de mi clase ideal, pero dotando a un aula de varios de esos recursos, podría facilitar nuestra labor. De todas formas, creo que lo más importante es el primer punto. Somos el motor de las clases y si eso falla, estaremos perdidos.


¿Y tu clase cómo sería?

viernes, 3 de marzo de 2017

SIEMPRE FUERTE!!!

Una vez más, este chico no deja de sorprendernos. Hoy se ha inclinado por un tema bastante sonado a lo largo de esta semana y que ha acaparado un gran interés social. La figura de Pablo Raéz tiene un pequeño reconocimiento en este blog:


Hoy el tema no podía ser otro, en cuanto me enteré, me impactó. Una persona que es capaz de descolocar el mundo para volver a colocarlo, mente a mente, corazón a corazón.

Estos últimos meses, un luchador ha estado revolucionando las redes sociales y los corazones de la gente, tristemente este domingo ha fallecido. Una cosa que quedé clara, España nunca le olvidará. Este luchador se llamaba Pablo Ráez. Era un chico de 20 años que vivía en Málaga. Tenía una enfermedad llamada leucemia, un cáncer.

Cuando él tenía 18 años, le diagnosticaron la leucemia por primera vez, su única solución era  que alguien le donará la médula, cosa a la que su padre se ofreció. Pero no hubo un resultado satisfactorio y el cuerpo de Pablo la rechazó. Aun así Pablo no agachó la cabeza, siguió luchando. Tuvo un segundo donante y gracias a ello, Pablo, estuvo unos meses fuera del hospital. Durante esos meses intentó recuperar su vida normal: hacía mucho deporte (cosa que a Pablo le encantaba), se echó novia, siguió estudiando… Tras ocho meses geniales,  le dijeron que tenía leucemia otra vez; más tratamientos, necesitaba otro donante… De vuelta al infierno, sólo que esta vez no encontraría la puerta de salida.  Pablo se convirtió en un ejemplo para todos, por superarse cada día y  por su esfuerzo para saltar cada obstáculo. Las donaciones de médula se han incrementado mogollón gracias a sus campañas, porque él creía en algo y ese algo se ha ido haciendo realidad. Su objetivo era llegar a un millón de donantes y esperemos que pase algún día. Por Pablo. La próxima semana le iban a entregar las llaves de su ciudad natal, Marbella, acto al que no podrá acudir, así que se las darán a su familia. Porque Pablo es un héroe, para mi mejor que los de marvel, que nos ha ido dando lecciones cada día.

Y es que Pablo tiene razón, hay que seguir luchando siempre, superando cada obstáculo o dificultad que te ponga la vida. Y   hay que disfrutar, cada minuto que estemos aquí, es un regalo. Y nos quejamos por pequeños y tontos detalles cuando hay gente que lo pasa peor.  Abramos los ojos. La verdadera felicidad se encuentra en ayudar, en ser feliz y hacer felices a los demás.

Gracias Pablo, siempre un ejemplo. SIEMPRE FUERTE!


Llega mi turno:

Al recibir el correo de Alejandro con el tema de hoy, se me ha dibujado una sonrisa en la cara, ya que me ha hecho mucha ilusión la elección de este caso. Tenía ganas de escribir sobre esta persona y agradezco la oportunidad que me has brindado, Alejandro. Os cuento:

Cada semana, a través del e-mail, pactamos sobre qué asunto queremos escribir. Entre los dos, mostramos previamente varios de las temáticas sobre los que podemos reflexionar y tras deliberarlo, Mr Voldemort se decide por el que más atractivo le resulta. Esta semana estábamos un poco atascados, porque no nos inclinábamos por ninguno con cierta facilidad pero esta noticia se nos cruzó tras echar un vistazo a las noticias. Pablo Ráez se ha hecho presente en todos los medios televisivos, prensa, imágenes espontáneas, homenajes y agradecimientos en las redes,... Una pasada, vamos. Y este testimonio ha acabado por convencer a Alejandro para detenernos, conocerlo y analizarlo. 

Hace un par de años lo descubrí por casualidad en una de las redes sociales que uso. Vi la foto de una persona totalmente desconocida, y me llamó mucho la atención la frase y el comentario que lo acompañaba, así que empecé a seguirlo y ... hasta hoy. He ido leyendo atentamente muchas de sus publicaciones y los mensajes que compartía. Me sorprendió como una persona que tenía por delante un futuro "un tanto incierto" y un panorama desolador derrochara una actitud de lucha y de ilusión por la vida y por todo lo que le rodeaba. Me ha encantado ser testigo de este camino, aunque sea a través de las redes. Y me ha hecho reflexionar muuucho. De esta persona, creo que saco varias conclusiones que me gustaría incorporar a mi vida y a mi día a día.

En primer lugar la ilusión que ha mostrado hacia la vida. Me cuesta creer que alguien en una situación así exprese máxima ilusión. Me imagino a mí ante algo parecido y me veo derrumbado, desencantado, peleado contra la vida y entristecido. Pero este chico expresaba todo lo contrario. Supongo que es una forma que ayude a abrir los ojos pero hay muchas personas que desbordan vitalidad. Me fascinan aquellas personas que saborean los momentos que tienen, que se apasionan con todo lo que les viene encima, que acogen una actitud positiva por vivir al máximo cada segundo. Y ante esto tengo mucho que aprender...

"Siempre fuerte", una frase que lo ha acompañado durante toda su "lucha" y que incluso se ha convertido en su reflejo, con un gesto muy característico. Creo que es tan necesario meterse de pleno ante cualquier causa que se nos cruce por delante que me ha hechor recordar la fuerza y el potencial que tenemos todos. Su caso es muy diferente porque depende de otros factores (en este caso una enfermedad), pero la invitación a pelear me encanta. Dicen que hay batallas que ya tienes perdidas si dejas de luchar o ni siquiera las has comenzado... y yo quiero ser un guerrero, un buen guerrero. Y he perdido tantas batallas por ambos motivos...

Es impresionante la influencia que ha tenido esta persona para movilizar a toda una región y que se multiplicaran las donaciones de médula. Admiro su capacidad de sensibilizar y de trabajar por una causa. Una causa que no era solo para él, fue un motivo para mejorar o beneficiar la vida de otros cientos como él. Me parece que tiene un mérito tremendo el haber conseguido esto y sobre todo, ha expresado que ha sido una de las cosas que más le llenó como persona. Debe ser verdad eso que dicen que ayudar a otros es gratificante...

El cuarto detalle con el que me quedo es con el cuidado de sus relaciones personales y de su expresividad hacia el amor. Seguramente, el camino es más sencillo si los tuyos están a tu lado (una evidencia que todos vamos descubriendo) pero él ha recalcado la importancia de su familia y de su novia, que estuvieron codo con codo en las diferentes fases de su enfermedad. Gracias a los que están con nosotros, cualquier itinerario se puede hacer más asequible, independientemente de las dificultades que nos vayan acompañando. Gran lección que muchas veces olvidamos (u olvido, mejor dicho) y que también me parece fundamental. Espero ponerlo en práctica y estar más cerca de los míos... Lo del amor mejor lo dejamos.

Para acabar este artículo, me siento agradecido con haber conocido la figura de esta persona y sobre todo, por la lucha abierta que ha despertado por una causa: dona médula. 

Espero que estas dos cabezas locas hayan estado a la altura de un persona grande, muy muy grande. SIEMPRE FUERTE!!!

 http://www.saludcastillayleon.es/ciudadanos/es/donaciones-trasplantes/donacion-medula-osea