Hoy
Alejandro nos sorprende con un artículo que habla sobre su clase ideal. Vamos a
ver que nos cuenta:
Mi clase ideal. Lo sé, en cuanto he dicho esto, se os ha
formado una sonrisa en la cara. Habéis puesto ojos de soñadores; en los de
algunos puedo ver reflejados miles de juguetes, otros habréis pensado en libros
volando de aquí para allá… una clase lectora, los más malotes os lo habréis
tomado como un chiste... mi escuela ideal, ¡cerrada! Pues a mí ninguna de las
tres, preparaos porque aquí viene mi clase soñada.
Desde luego, si pudiera escoger, me gustaría ir a un colegio
como el de Harry Potter, mágico. ¿Quién no lo ha deseado alguna vez? Pero voy a
dar un modelo más realista, algo que se asemeje más a lo que nos toca
enfrentarnos normalmente.
Aunque no sea decorador (creedme, se me da fatal), me parece
muy importante decorar una clase. Yo he entrado en clases con las paredes
desnudas, que me hacían sentir vacío, como si faltara algo en el entorno.
Seguro que hay gente a la que le gusta trabajar entre cuatro paredes blancas,
sin nada que les distraiga. Pero yo no entro dentro de ese grupo de gente, a mí
me gustan las clases con colores, que te hacen sonreír al entrar en ellas, que
tienen carteles colgados por la paredes, ya sean frases famosas, fotos,
proyectos… o cualquier otra cosa que provoque en ti una reacción.
En segundo lugar voy a hablar de la distribución. En mi
clase las mesas estarían colocadas en un semicírculo que se va cerrando, como
una orquesta. Pero para saber si quiero las mesas juntas o separadas necesito
preguntarme otra cuestión: trabajar en grupos, parejas o individual, ya
que en función de cómo esté distribuida la clase, se trabajará de una forma u
otra. Yo tengo que reconocer que no era muy fan de trabajar en pareja, prefería
hacer yo todo el trabajo. Pero el año pasado, Manu, acertó poniéndome con un
niño que me haría cambiar mi punto de vista. Ahora, yo desde luego si tuviera
que elegir, trabajaría en parejas, porque me gusta más, te pueden aportar
puntos de vista diferentes y seamos realistas, a todos se nos escapa alguna
cosa en clase de vez en cuando y ahí está tu pareja para recordártelo. Además
te dan la opción de ponerte en grupos o individual fácilmente. Lo de estar en
parejas o en grupos tiene también un punto en contra para los profesores:
podemos hablar. Y creedme, hablamos mucho. Profesores mandando callar toda la
hora es alguno de los resultados de trabajar en pareja o en grupo, pero bueno,
ninguna opción es perfecta. A mi clase ideal le voy a añadir
pequeños detalles, como un par de pizarras grandes, una normal y una digital,
para que las explicaciones queden más claras. No sé porque una de cada… me
parece lo ideal. Y... un reloj, para que no tengamos que preguntar la hora cada
quince segundos ansiosos por salir al recreo.
Por otro lado hay que decidir los medios con los que quiero
estudiar. Dependiendo de a que colegio vayas, se pueden observar distintos
materiales: libros en papel, tablets, ordenadores, cuadernos en blanco para
escribir... ¿Con cuál me quedo? Las tablets. Si no le diera más vueltas, este
método sería el elegido para participar en mi clase ideal. Pero antes de
tirarme de cabeza a la piscina de los medios electrónicos voy a tratar de
aclarar un poco mis ideas. Este año, en mi colegio español, los viernes
llevamos las tablets a clase. Tenemos la mayoría de nuestros libros en ellas,
así que las utilizamos para cada asignatura. Además de tenerlo todo junto nos
permite, si tenemos alguna duda, poderla buscar en internet rápidamente. En
definitiva, nos hace la vida más sencilla. Luego los libros tienen su parte
“especial” de poder tomar tus apuntes y hacer tus dibujos en los márgenes de
cada página. Tus subrayados de colores y una lectura más fácil son algunos de
los puntos a favor. Los ordenadores son una idea que tampoco descarto,
también te dan bastantes posibilidades. Así que lo que elegiré será un método
en el que se vaya alternando un poquito todo, eso siempre es bueno. Hablando de
medios, me gustaría que cada clase estuviera especializada en la materia que se
imparte en ella. Eso nos llevaría a profesores fijos y alumnos que se mueven.
Por ejemplo, la de música con sus instrumentos o la de arte con sus mesas
altas, lienzos, pinturas…
Mmmm… Aquí falta algo. Pues claro, ¡el profesor! Esa palabra
que tanto tememos oír, normalmente acompañada de un: ¡qué viene! Es una de las
partes de la clase que más ha cambiado a lo largo de los años. De los
profesores con regla en mano y las profesoras que sólo les faltaba la escoba
para ser brujas, hasta los “encantadores” profesores que tenemos ahora, aunque
algunas brujas sigue habiendo y profesores encantadores ha habido siempre. Y yo
para mi clase ideal, quiero un profesor “bueno”. Eso no significa que sea
blando con nosotros y nos permita hacer lo que nos venga en gana. El profesor
debería hacer que le respeten como profesor que es. Esto no le quita
papeletas para ser cercano al alumnado, ser amable y comprensivo, una persona
dispuesta a ayudar en todo momento. Porque esas son las cualidades que más
valoro en un profesor. Su disposición y su cercanía.
En cuanto al modo de enseñar de un profesor, yo me quedaría
con uno interactivo. Con muchas dinámicas distintas para ayudarnos a
comprenderlo todo mejor. Me gustaría meter juegos de vez en cuando. Luego, que
el profesor navegara por los mares informáticos para encontrar tesoros increíbles
con los que asombrarnos cada día.
He dicho que quería distintas dinámicas. Dos de ellas serían
las que tuve el año pasado: los rincones y la asamblea. Empecemos con los
rincones; si no sabéis lo que son los rincones aquí os dejo información: http://reflexionesdeunaclasedeprimaria.blogspot.co.uk/2015/11/los-rincones-de-clase-hoy-ha-tocado-el.html .
Me parecen muy importantes para expresarnos, genial Manu. En segundo lugar, en
la asamblea, proponíamos temas y luego los hablábamos en clase. Un poco de
filosofía juntada con la vida diaria. Era mi momento favorito de la semana, era
una hora en la que me sentía libre y disfrutaba, genial Manu otra vez.
En cuanto a los deberes, me gustaría que no hubiera, y si
tiene que haber, de esos que no son muy aburridos. A mí me parece que el
momento de después de clase hay que dedicarse a cosas de fuera de la escuela,
no acabar el colegio y más... colegio. Cosas como terminar proyectos o buscar
información para los mismos, no me parece mal.
En cuanto a su forma de evaluar, me gustaría que prestaran
atención a cosas como el esfuerzo más que a los exámenes.
Y esta sería mi clase ideal, por una vez estoy deseando ir.
Pfuffff otra vez este tipo me lo ha dejado difícil. Voy a ver si soy capaz de reflejar mi clase ideal en unas líneas:
A principios de cada curso tengo un sueño (laboralmente
hablando): construir una clase perfecta. Por mi cabeza van pasando ideas que
intento aplicar, espacios que voy integrando de las redes (la de maravillas que
existen por las páginas docentes). Pero con el paso del tiempo y de los meses,
de cubrir papeles, superar correcciones,..., se va difuminando y se convierte
en algo más terrenal y rutinario.
Para mí una clase ideal, tendría las siguientes
características:
-Un docente ilusionado, convencido de su responsabilidad y
con ganas de hacer y construir. Está claro que los chicos deben estar en un
aula pero el profesor es la clave en cualquier proceso. Y en muchas ocasiones,
este primer pilar se tambalea. Es más, lo ideal es que haya un par de profes,
que se compenetren, se equilibren y puedan llegar a más espacios y necesidades.
-Un aula grande con varios lugares diferentes dentro de la
misma clase. Un primer lugar sería la zona de reunión, donde todos pudieran sentarse
a un mismo nivel, sin distinciones, donde dialogaran, se juntaran para
resolver, decidir, pensar, compartir,... No hace falta que sean sillas. Unos
cojines podrían bastar y sería un lugar especial dentro de la clase. Podríamos
empezar allí todos los días y hacer el saludo inicial y comentar la
planificación del día.
-Otro lugar sería la zona de trabajo. Mesas que pudieran
adaptarse a un trabajo individual, tareas parejas o por grupos, en función de
la inquietud del alumno o de la propuesta docente. Pero que pudieran cambiarse
con facilidad para romper con este espacio cada dos por tres y con la posible
monotonía que se vaya creando. Las sillas deben ser cómodas y agradecidas para
los chicos, que van a pasar un tiempo considerable como para que no sean nada
apetecibles. Las mesas deberían ser grandes, con cajones para guardar nuestros
utensilios (a modo de oficina, para entendernos) y que posibilite muchas
opciones de trabajo. Y que tuviéramos la posibilidad de hacer nuestro ese
espacio (decorarlo un poco).
-Las paredes tendrían que tener miles de lugares disponibles
para expresarse, compartir, exponer,... (un poco lo que comentaba Alejandro más
arriba). Si una clase no es el lugar de todos los que estamos ahí, no tiene
mucho sentido (al menos, para mí). Podríamos colgar noticias, nuestros mejores
trabajos (los que cada uno considere), mensajes de ánimo, sugerencias para ir
mejorando,...
-Un baño. Puede parecer una tontería pero cualquier espacio
de trabajo debe tenerlo y una clase, con más motivo. No debería ser una
aventura ir o tener que recorrer varios pasillos para poder alcanzar esta meta.
Creo que funcionaríamos mejor teniéndolo integrado en nuestra clase, y que
esté al alcance de todos.
-Medios tecnológicos para los alumnos, ya sean ordenadores,
tablets,... Una conexión potente para trabajar y crecer con las miles de
posibilidades que nos ofrece Internet y la tecnología. Muchos enchufes, pizarra
interactiva, webcam (la de ocasiones que perdemos al no usar
videoconferencias), varias pizarras (de las transparentes, que parece que son
más atractivas),...
-Sobre el funcionamiento, creo que cada alumno debería
organizarse cómo trabajar a lo largo del día, sin imponer lo que vamos a
hacer. Tendríamos una reunión inicial y a partir de esas primeras
explicaciones, seleccionaríamos nuestra forma de trabajo y superaríamos una
serie de tareas u objetivos para ese día. De esta forma, favoreceríamos alumnos
más autónomos y partiríamos de las necesidades de cada uno.
-Ser un espacio con la puerta abierta para que otros
nos ayuden o formen en temas concretos. Cada día le doy más valor a las visitas
y creo que desperdiciamos oportunidades de aprendizaje con la cantidad de
recursos que tenemos al lado de un aula: padres que desempeñan una labor
relacionada con el tema que vemos, profesionales que conocemos, amiguetes que
podrían desempeñar una tarea informativa o formativa,... Gente con la mente
abierta y que sirva para nutrir unos a otros.
-Tener un lugar de reciclaje y que promueva el cuidado por
el medio ambiente. Que desde pequeños tengamos en cuenta que nuestras acciones
repercuten fuera y que desde nuestro propio espacio debemos ir cuidando los
pequeños detalles. También dedicaría un hueco a la salud y a los hábitos
saludables, que nos sirva para ser conscientes de lo que comemos, lo que
bebemos, como nos afecta, nuestras posturas ante una silla,...
-Dedicar un espacio de juegos que se use con frecuencia y
que se integre en nuestro proceso de aprendizaje. ¡Cuántas asignaturas podrían
retroalimentarse de estas actividades lúdicas!
-Unos sillones para aquellas personas que opten por un rato
de lectura, y una biblioteca atractiva. No solo con libros de la típica
editorial por la que optó el centro hace treinta años. Son necesarios
ejemplares que les llame la atención y que vayan a gustar a nuestros lectores.E
incluso que haya periódicos (otro recurso que perdemos o usamos poco).
Creo que se me ha ido un poco-bastante la pinza visualizando
una parte de mi clase ideal, pero dotando a un aula de varios de esos recursos,
podría facilitar nuestra labor. De todas formas, creo que lo más importante es
el primer punto. Somos el motor de las clases y si eso falla, estaremos
perdidos.
¿Y tu clase cómo sería?