viernes, 30 de diciembre de 2016

LOS EXÁMENES

Acabamos el año con una cuestión que nos afecta a ambos, el maravilloso mundo de los exámenes. Nos parece muy interesante contrastar la visión que tenemos sobre ello y los planteamientos que nos surgen cuando vivimos inmersos en estos periodos escolares tan conocidos. Teníamos pensado publicar este artículo hace unos días, pero se nos ha complicado y no hemos podido responder a nuestro acuerdo quincenal. Aún así, os contamos:

Bueno, para este tema, os voy a contar  mi experiencia de esta semana de exámenes, la primera de la ESO. Unas semanas antes nos contaron cómo iban a ser: serían todos seguidos, a primera hora de la mañana, justo en el momento en el que estamos más atontados. Uno detrás de otro día a día. El primer examen la motivación era enorme, veníamos de un puente, no era muy difícil y el curso en ese momento estaba siendo calmado. Era de inglés si mal no recuerdo, una asignatura en la que se valora con cuatro puntos el examen. Era de rodear y pregunta a pregunta todos terminamos el examen. El segundo era de tecnología, otro examen corto pero en uno de los días más duros de la semana; “EL VIERNES”. Otra parte negativa de ese examen fue que nos coincidió con otro de francés. En estas dos asignaturas valen dos y cinco puntos los exámenes respectivamente. El siguiente examen fue otro día fatídico, un lunes. El examen era de geografía, que desde mi punto de vista es la asignatura más difícil. Se valoraba el examen con 6 duros puntos.  Después de este, venía el de biología, que valía 6 puntos, matemáticas 8 puntos y lengua, 6 puntos creo recordar. La verdad es que fueron bastante pesados, no hubo ningún golpe muy duro ni nada malo  y todos pudimos hacerlos bien.
Saliendo de mi experiencia… ¿sirven para algo?

Desde luego, en muchas ocasiones son el reflejo del curso, al igual que un partido es el reflejo de un entrenamiento. Si día a día estudias y te pones a ello, luego el examen te saldrá mejor. Pero algunas veces no reflejan el esfuerzo durante el curso entero sino  el tiempo que estudies el día anterior. Como no, es bastante habitual el: “no hago nada en todo el curso, estudio el día anterior, hago un poco de memoria el día del examen y me arreglo la vida”. Bueno, dependiendo de a lo que quieras llegar o con lo que te conformes. Esto no suele valer para buena nota. Eso sí, te puedes pasar todo el tiempo estudiando solo para un día, para plasmar eso en una hoja de papel y olvidarte al día siguiente, con lo cual el resultado de aprendizaje es cero.

Pero es algo individual, tú decides los objetivos y metas que te pones en la vida, depende de dónde quieras llegar, harás unas cosas u otras. Porque aunque sea mínimamente,  cada examen que hagas va a cambiar tu vida escolar, familiar y personal.

Escolarmente, puede afectar a tu futuro, como ir a una buena universidad por ejemplo. Familiarmente, si tus padres van a estar contentos o tristes, les puedes decepcionar. En mi caso más por la falta de esfuerzo que por las notas. Personalmente, pues la decepción propia como he comentado, (en niños puede cambiar mucho su forma de pensar al suspender).  Y es que muchas veces importa más un examen que la evolución que tú lleves diariamente en clase. Por más que tú te esfuerces, te  portes bien, no tengas problemas nunca, obedezcas y te impliques en todo, si otro niño hace lo que he mencionado de estudiar el día antes, aunque haga todo lo contrario, va a tener igual nota . Porque muchas veces se valora muchísimo más qué tal te salgan un par de respuestas que lo que aprendes durante el curso.

Divertirse aprendiendo. Una opción que todos los profesores hablan de ella como la mejor, la más útil. Hablan más que actúan, porque algunos de los profesores a los que se lo he oído decir, a la hora de la verdad han dejado de defender lo que ellos en un principio creían oportuno.     

“Te motiva más jugar, te aprendes mejor el nombre de unas cartas que los contenidos de alguna asignatura, aprendes más rápido si disfrutas de ello” (Mi hermano) Con esta frase me avivaba mi hermano para seguir escribiendo. Y es que tiene razón, porque tú no pones el mismo empeño en cosas que te aburren o te cansan. Porque te motivas muchísimo más haciendo algo que te gusta y esto no me lo invento yo, se demuestra diariamente. Y para la gente que no lo crea que vean unos de estos juegos de moda y es que que hay nombres más raros que en alguna asignatura y aun así nos los sabemos mejor.

También  voy a hablar de un grupo de exámenes que tuvimos el año pasado: las reválidas. Eran un tipo de exámenes que no se sé si en sexto los siguen teniendo hoy en día. Pero la gracia del asunto es que no valía absolutamente nada. Perdón me corrijo, valía para meternos presión. Y esta es una de las conclusiones de los exámenes. Te meten mucha presión, no te dejan actuar como tú quieres y  esto te desmorona. Tú quieres sentirte relajado para hacerlo mejor pero no puedes. Y es que lejos de ayudar, a  muchos nos provocan ansiedad, estrés y decepciones. O en otros casos alegría.

Antes de colgar esta entrada nos han dado las notas. Un compañero ha llorado por sus notas y la que iba a ser la reacción de sus padres. Y eso, que las notas eran estupendas, pero sus padres según él, se esperaban más.

Con esta entrada cierro el año de 2016. Nos vemos. Os deseo a todos Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo.

Una vez que el "pequeño ser" nos ha expuesto su versión y visión sobre este tema tan interesante, os cuento yo mi percepción acerca del mundo apasionante de los exámenes.

Los exámenes "nacen" en China, hacia el año 600 d. C. Posteriormente, quién comenzó a utilizar este formato de evaluación fue la universidad de Cambridge, Inglaterra, allá por finales de siglo, en el 1792. Desde ese momento, en Europa, se desencadena una gran "atracción" del mundo docente para medir los diferentes resultados y pruebas del alumnado a través de un papel.

Después de ofrecer un poquito de historia (me he tenido que documentar porque no tenía ni idea), voy a intentar ofrecer varios puntos de vista respecto al uso de exámenes en las aulas, algo tan habitual en las últimas décadas y que ha adquirido cada día más valor entre los profesores, alumnos y familias.

El uso de pruebas escritas en el proceso académico es algo aceptado por una gran mayoría de la sociedad, sobre todo porque lo ha vivido o sufrido en sus propias carnes. Nuestra experiencia como estudiantes y nuestras mediciones y progresos se han basado en completar exámenes y superarlos (o pegarnos el golpe). Y como es algo que hemos conocido y experimentado, esta situación nos parece normal y lógica, descartando otro formato o modelo de evaluar. Nos cuesta entender otras formas que podrían ser más efectivas o incluso, más justas.

Al realizar estas evidencias en el aula, los profesores podemos obtener grandes "beneficios":

-Mantenemos a los chicos preocupados hacia las diferentes asignaturas, ya que se juegan sus resultados y les obligamos a "estudiar" en sus casas. Posiblemente, muchos lo dejen para el último momento, pero creemos que es lo adecuado (sería otro tema interesante).

-Contentamos a las familias, sobre todo en edades más mayores, ya que es lo que conocen y aceptan. El resto puede ser interpretado como una "pérdida de tiempo" o argumentar que "esto no es lo que les van a pedir en el mundo real" (no les falta parte de razón en esta última afirmación).

-Tenemos unos resultados objetivos con los que defender los juicios de valor que realizamos al final de un trimestre (las notas). También es un escudo en muchas de nuestras entrevistas y "batallas"  con aquellas personas que no cumplen sus expectativas (qué rápido tiramos de exámenes).

-Es una forma de centrar a un alumno durante un tiempo determinado, de forma individual, hacia la superación y resolución de actividades. También sirve para probar la eficacia y el manejo de la presión. Y ya no hablo del ejercicio de la memoria...

En cambio, viendo el planteamiento actual, cada día soy más reacio a su aplicación en el aula, aunque pensándolo bien, estoy siendo bastante incoherente con estos argumentos porque sigo utilizando este formato de medición en las asignaturas que imparto ¡viva mi congruencia!

-Creo firmemente que un simple examen no es capaz de reflejar el verdadero esfuerzo y conocimiento de un alumno. Tan solo manifiesta aquellas cuestiones que el estudiante ha memorizado y que tras plasmarlo de "carrerilla", olvidan para siempre (en la mayoría de los casos) y no supone un aprendizaje real para su vida.

-En estas pruebas, nos centramos en conceptos que "nunca" más volveremos a utilizar, olvidando que lo más importante en la adquisición de competencias que tengan que desarrollar en un ambiente real.

-La importancia de un resultado sin importar excesivamente el recorrido que han utilizado previamente los alumnos, cuando lo más interesante sería comprobar las diferentes formas de resolver un determinado asunto, sin importar excesivamente cómo se finalizan.

-El uso de una prueba de este tipo en edades tempranas, provocando niños estresados por la urgencia de sacar todo perfectamente.

-Las épocas de exámenes ha adquirido un planteamiento nocivo para los escolares. Los sometemos a una presión desmesurada durante semanas que no tienen fin, donde duermen lo justo, y creamos niños y adolescentes que se tambalean, o se vuelven pálidos, viven en tensión y se juegan todo el trabajo de un trimestre... ¡en una simple hoja!

-El empuje excesivo que se realiza desde casa hacia la obtención de resultados inmediatos. Si el alumno falla, se ve inmerso en un ambiente de empuje y de un añadido de imposición para que supere todos sus retos teóricos (como además, a todas las personas se nos dan tan bien todas las áreas que hemos abordado en el colegio...)

¡Qué agradable sería poder realizarlos como un momento más del día! Acompañado de una buena música, comentarios, creando un clima de relajación, de risas,... 

Para concluir, creo que se nos ha ido un poco la cabeza con este asunto. Soy consciente que es algo que no debemos pensar en eliminar (o quizás sí). Solamente, lo más urgente para mí, es normalizarlo. Entenderlo como una actividad más dentro del aula, sin verlo como la prueba de fuego de cada día...Esperamos que os haya gustado.

 ¡¡¡Feliz año 2017, y ya os adelanto que me ha dicho Voldemort que va a estar cargado de novedades!!!


2 comentarios:

  1. Y yo me pregunto ¿se estudiarían los contenidos sin necesidad de los exámenes? Desde luego que no; sin embargo, creo que está "puntuacionitis" que le ha entrado al sistema educativo requiere de exámenes. Estamos pues ante una consecuencia de un problema mayor. Existe una necesidad de medir y clasificar a los alumnos por números (es un alumno de nueves, este otro es de seises...) y no es bueno. Especialmente en las primeras etapas del aprendizaje debería de trabajarse el gusto por el estudio y el disfrute por el aprendizaje. Lo que me duele, como profesor, es que, te guste o no, debes poner una nota numérica al alumno, con lo que el examen se convierte en una herramienta indispensable

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  2. Objetivo de la mayor parte de los profesores/padres, la excelencia en el resultado del mismo. Se nos olvida todo y acaba todo con una nota. Como antiguo alumno (cada día más antiguo…..), me da pena comprobar la oportunidad que desperdicie en mi vida de realmente aprender. Estudiábamos con ahínco, y olvidábamos lo estudiado pocos minutos después de terminar el examen, y a por el siguiente, y si la nota era buena….Felicidad!, sin preocuparnos si algo en mi había mejorado, si había aprendido algo nuevo. Buscamos el corto plazo, una buena nota en el examen, y olvidamos conseguir que nuestro alumno aprenda algo para su vida. Como cambiarían las personas, si realmente hubiéramos comprendido y no memorizado la Historia, porque seguimos cometiendo los mismos errores, que distinto es comprender para que sirven las palabras en esta vida, leer y saber que leemos y no aprendernos párrafos enteros de Literatura para el examen del jueves, que divertido saber la utilidad de “las ciencias” y las “matemáticas” en el vida cotidiana, y no memorizar nombres y operaciones que olvidamos al sonar la campana. Me da rabia cuando veo los libros de mis hijos saber que todo ese conocimiento que muestran yo lo tuve, y solo lo use para sacar sobresalientes. Que tristeza me da ahora.
    Opino que el sistema del examen y los métodos educativos actuales no sirven, y apuesto por una calificación continuada en función de la participación y comprensión real de las materias. Entiendo que hay muchos formadores que están luchando por priorizar el comprender y razonar por encima del resultado del examen, y espero que seamos capaces los padres de entender y valorar lo que hacen por nuestros hijos. Para mi es más importante en el desarrollo futuro de mi hijo lo que está consiguiendo en este Blog que nueve exámenes de 10. El Blog está ayudando a desarrollar su capacidad crítica, aprender a valorar la vida, a razonar, a discutir, a pensar y esto sí que le va a quedar para siempre.

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